El lunes por la noche, con la cabeza probablemente pesada por la tristeza, Antoine Griezmann regresó a Madrid. Se había 👄 quedado lo más posible, pero se esperaba que asistiera a su primera sesión de entrenamiento con el Atlético de Madrid 👄 el martes por la mañana. La temporada europea de fútbol, larga y extenuante, se avecina en el horizonte. El verano, 👄 para él, había terminado. Era hora de volver al trabajo.

Sin embargo, pronto quedó claro dónde estaban sus prioridades. "¡Bravo Clarisse!", 👄 escribió en X, en honor de la judoca francesa Clarisse Agbegnenou, quien acababa de ganar una medalla de bronce en 👄 París. Ella había celebrado su medalla con su hija pequeña. "El medalla de oro está en tus brazos", añadió.

Griezmann no 👄 iba a dejar que la pequeña distancia - o tener que pasar por el extenuante entrenamiento preemporada de su entrenador, 👄 Diego Simeone - le impidiera ver los Juegos Olímpicos o proclamar cada éxito francés al mundo.